RE (EVOLUCION)

Veo a mi vecino plantar una serie de pequeñas ramas en su jardín. La casa es nueva, aún no se mudó y me presta la carretilla. Es una buena persona. Me cuenta en qué se convertirán cada una de esos palos casi pelados que enterró: Un naranjo, un roble, un limonero, un paraíso... y hasta ahí le presté atención, porque entonces empecé a pensar en que él tiene una gran certeza en su vida: Está seguro de poder estar allí cuando cada uno crezca ¿Será así como estamos? ¿Destinados a un sedentarismo dentro de lugares seguros y fragmentados "por los cuales" y "en los cuales" dejaremos la mayoría de nuestro tiempo útil de vida?
Sin embargo aún hoy hay gente que es nómade por naturaleza. Nómades, que quizás planten mil robles pero a los que jamás se les ocurriría quedarse a verlos crecer, salvo que el roble camine y los siga.
Y lo cierto es que hace treinta mil años, toooodos nuestros pasados eran nómades: dormían bajo las estrellas y  se servían de la naturaleza para comer y vestirse. El cielo los guiaba en su camino, mientras cruzaban montañas y llanuras, ríos y mares, bosques y desiertos para llegar a lugares más cálidos y con buena caza.
Y podían quedar absolutamente expuestos a ser devorados si, en esos cambios de paisajes, no les tocaba estar en la cima en la cadena alimenticia.
Pero… ¿Y en dónde vivían?
Respuesta: En toda la Tierra.
Donde había abundancia se quedaban un tiempo, si, pero luego reanudaban el camino ¿Por qué? Porque para ellos de eso trataba la vida: Nacer, morir y en el medio moverse, explorar, sentir frío y calor ¿Qué sentido tendría para ellos perder el tiempo quedándose en un lugar a ver crecer un roble? Ninguno. Además no vivían tantos años como nosotros.
Enciendan sus pantallas. Denle play.
Lo primero que aparece es una toma con la cámara desde lo alto de una montaña: Vemos una fila de humanos que cruza penosamente una llanura en el medio de una tormenta. Hacemos un breve paneo a la derecha y observamos que detrás de nuestros antepasados, vienen unos lobos. Está terminando la última era glacial y la comida escasea para todos. Pero los lobos no siguen a los humanos para atacarlos y comérselos porque esos bípedos implumes (como diría Platón)  son muy listos: tienen un pulgar opuesto que les permite manipular unos palos con puntas con los que pueden defenderse y hasta matarlos si ellos se acercaran, aún en manada, a atacarlos.
¿Y por qué los siguen entonces?
Porque los lobos notaron que con esos mismos palos con puntas, cazan a los pocos animales grandes que aún quedan en la estepa. Y que cuando se sacian, esos raros animales llamados "humanos" se van y dejan los restos que no alcanzaron a comer. Los lobos no son carroñeros pero recordemos una vez más que es el fin de la era glacial, y que la comida escasea, y que al no comer la energía es poca, los músculos escasos y es casi suicida enredarse en una batalla con un bisonte.
Bien.
El cuidarse de nuestros antepasados genera una reacción en el ADN de estos lobos salvajes. Una hormona del stress que los mantiene químicamente alejados, a salvo. Si se acercan demasiado, esta hormona hace que todo su sistema nervioso se alerte. Así pasan algunos siglos y de pronto ocurre una mutación genética y comienzan a nacer lobos con un bajo contenido de esta hormona. Este nuevo grupo de lobos comienza a acercarse un poco más a los humanos. Un día uno de ellos se separa de la manada y se queda mirando a los ojos a uno de estos hombres, que está comiendo. Los separan dos pasos. Ese "extraño animal de dos patas" entonces estira su mano y le ofrece un hueso con algo de carne. El lobo se acerca lentamente, lo toma entre sus fauces, se retira unos metros y comienza a comerlo. Mientras mastica lo mira de reojo y con algo de desconfianza aún... pero el placer de tragar la comida lo domina y lo sacia.
Sin saberlo, en aquel instante ambos acaban de realizar un hecho que marcará algunos destinos evolutivos. 
En ese acto queda inaugurada la domesticación.
Ocurre entonces que los lobos con bajo contenido de la hormona del stress se acercan más a los humanos, no arriesgan tanto su vida cazando grandes animales y comen más seguido. Y por ende, se reproducen mucho más que los lobos salvajes.
Estos "lobos domesticados" fueron cada día más dóciles y con los milenios se transformaron en nuestros perros.
Hoy hay perros... pero también hay lobos salvajes. La vida de los lobos no es para nada sencilla. Muchos morirán luego del primer invierno y si sobreviven, les quedarán unos 5 o seis años más.
Rocky está echado al lado de la estufa, tiene un collar con una chapita con un nombre y un número que él no puede ver. Cada tanto escucha a otros, qué como él, le ladran a personas que están del otro lado del vidrio de la ventana. Los escucha pero no los ve. Eso si, a las siete de la tarde irá un gran espacio verde (grande en comparación al patio en el que pasa la mayor parte del día) y por supuesto, saldrá atado. Pero a veces lo sueltan... y esto le permite sentirse lobo por un rato, solo por un rato, luego debe volver. No hay nada que cazar en el parque y el humano que administra la comida pone como condición el uso de la correa y la vida en el patio. El patio que está en la casa rodeado de paredes. Será compañía y hará de guardián. Es la condición para recibir alimento regularmente y muchas vacunas y medicamentos que lo cuidarán de enfermedades, la mayoría producidas por su sedentarismo. 
Rocky vivirá muchos años. El doble o el triple que sus ancestros salvajes. Años de evolución fijaron las condiciones. La transición fue difícil.
La convivencia entre aquellos primeros lobos con bajo contenido de hormona de stress y los humanos tuvo sus ajustes. Aquellos que eran más amables y más sumisos recibían el mejor trato. A otros en cambio, cada tanto los llamaba la sangre de lobo, al oir un lejano aullido en las noches y entonces, por instinto, mordían la mano de quien los alimentaba. Estos eran sacrificados. Por eso, Rocky llega hasta ese patio luego de una rigurosa selección y un estricto adoctrinamiento. Y esa información ya está en su sangre.
La seguridad y el confort tienen un precio. Es muy lindo vivir en la naturaleza, lejos de todo, en estado salvaje, pero… ¿Qué pasa si te golpeás la cabeza? ¿Sabés a cuántos kilómetros está el tomógrafo computado más cercano? ¿Tenés un auto para llegar y una obra social?
Mi vecino me sigue explicando el futuro del palo de treinta centímetros que será un roble. Los robles alcanzan su madurez a los doscientos años y hay especies que llegan a vivir hasta 1600. Se adaptan bastante medio ambiente y por esto hay robles en todas partes del mundo.
Mientras me agacho a ver un imperceptible brote que mi vecino me señala con orgullo en aquel palo, pienso en los millones de robles que debe de haber por todo el mundo e imagino que sería un buen plan conocerlos. Pienso también que no estaría nada mal plantar algunos... pero por supuesto, manteniendo la prudencia y las distancias necesarias para no tentarse con detenerse en el camino, para verlos crecer.

"CANTOR"  del pintor argentino Mario Mollari.
El lobo comparte el canto a la luna... pero como lobo y como salvaje
(y después se va a su mundo)
www.mariomollari.com



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LA MALA HOSTIA DE LOS DIOSES 
( O LA REIVINDICACION DE LOS HEROES )
Todo hombre ha tenido una pelea alguna vez en su vida
Peleas de puño digo.
Los chicos del barrio estaban en círculo alrededor nuestro. Aún hoy no puedo recordar el motivo por el que me tenía que pelear con aquel muchacho dos o tres años mas grande que yo y que me llevaba mas de una cabeza de alto. Dos o tres años cuando tenés 10 es mucho. Pues bien, vaya a saber uno porqué, el asunto es que ahí estaba yo y enfrente estaba él. El muchacho más temerario del barrio. El más listo, ése por el cual suspiraba la chica que a todos nos gustaba. Ese que nunca parecía tener miedo.
En la antigüedad a estos hombres se los llamaba héroes. Y solían obtener el favor de los dioses siempre y cuando no cometieran hibris. Hibris puede traducirse como desmesura. El hombre que comete hibris ha demostrado con sus actos que desea más de lo que el destino y el universo le ha asignado. Y esto a los dioses no les gusta nada. No importa si con esas acciones los héroes han logrado salvar muchas vidas o han conquistado tierras que antes eran de los infieles para los dioses… no: A los dioses les interesa dejar bien en claro que ellos son los poderosos y que ningún mortal puede ser ni tan afortunado ni tan valiente ni puede trastocar el órden del universo.
Los dioses miran a la humanidad al ras. Cuando alguien sobresale, lo fulminan con sus rayos. Pero los dioses también son perversos y como dice un viejo proverbio: “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”. Por eso, a algunos les perdonan en principio la vida para que los demás mortales vean su progresiva destrucción, y sepan cuales son los límites que no hay que cruzar. 
Así dicen que le ocurrió al valiente y astuto Ulises quien, luego de luchar durante 10 años en Troya y convertirse en el mayor héroe de la historia, fue puesto otra vez en su lugar de mortal raso, cuando quiso regresar a sus hogar. Era un viaje de apenas unos días pero los  dioses le hicieron tardar otros 10 años, enredándolo en aventuras con sirenas, cíclopes y haciéndolo desembarca en la isla de la diosa Circe, quien convierte a la mitad de su tripulación en cerdos y para dejarlo ir le exige que se queden un tiempo viviendo con ella. Y una vez por fin en su tierra Ulises debió disfrazarse de mendigo para echar a los pretendientes de su mujer Penélope, quien estaba a punto de casarse ya que a nuestro héroe, todos lo daban por muerto.  Al parecer finalmente hubo un final feliz. Pero no. Volvamos a la isla de la diosa y hechicera Circe. En el tiempo que estuvieron en la isla,  Circe se enamoró de Ulises y tuvo tres hijos con él. El menor se llamaba Telégono. Cuando Telégono creció Circe lo envío a buscar a su padre Ulises que se encontraba tranquilo en Itaca con su esposa Penélope. Los dioses consideraron que ya era el tiempo de cerrar el círculo sobre Ulises y ocurre que en un confuso episodio Telégono mata por error a su padre.
Telégono  apenado vuelve a la isla de Circe. 
En su barco lleva:
- El cuerpo de su padre (Ulises)  
- A la reciente viuda (Penélope) 
- Y al hijo que ella tuvo con Ulises, (Telémaco), o sea, su "medio" hermano.
Circe, en un esfuerzo por disculparse, por el involuntario asesinato que cometió su hijo, convierte en inmortales a Penélope y a Telémaco.
Y ahí los dioses dan la puntada final, aquello por lo que Ulises no viviría jamás en paz ni muerto como estaba: Telégono desposa a Penélope (la mujer de su padre) y Circe se casa con Telémaco (el hijo de su amante).
Raro fue que los dioses no revivieran a Ulises para que viera todo esto.
El castigo que los dioses emprenden contra quienes han cometido pecado de hibris es llamado la némesis. Némesis es la diosa griega de la venganza pero también de la justicia retributiva, la solidaridad, el equilibrio y la fortuna. Pero lo más curioso es cuál es su equivalente romana: la diosa Invidia… o Envidia. Envidia, es más puntual: personifica la venganza y los celos
¿Y si el motor de la venganza de los dioses fuera la envidia? ¿En algún punto se sentirán menos que los héroes? A fin y al cabo echar un rayo que todo lo destruye sobre una ciudad…¿Es ser épico o apenas un caprichoso? ¿Pueden los dioses ser catalogados de  valientes siendo inmortales? No sentirán envidia  al ver armar a un mortal una astuta estrategia para llevar a un ejército en desventaja numérica a triunfar en una batalla? ¿Y no será por eso tan exagerado el castigo?
Es muy posible que los dioses no soporten ver como algunos hombres y mujeres toman decisiones que los llevan más allá de lo que les tenía asignado el destino para su monótona y oscura y rutinaria vida.
¿Y por qué el héroe se anima a ser héroe?
¿Sólo porque es valiente, porque es preso de sus propios impulsos y de sus pasiones más exageradas?
No. El héroe es héroe porque cree en el destino. Porque confía en que haga lo que haga no dejará este mundo ni un segundo antes ni un segundo después de lo que el universo ha determinado para su vida. El héroe sabe que el hilo de la vida le pertenece más allá de lo que decidan los dioses. Es un asunto entre ellos y el universo. El héroe es el verdadero devoto del destino.
¿Y qué pasa con nosotros si es que el destino es uno, y al parecer nuestra suerte está echada apenas ponemos un pie en este planeta?
Tenemos dos opciones:
a)    Somos héroes en busca de grandes y épicas aventuras y nos exponemos, (en caso de triunfar) al castigo de los dioses
b)     Nos dormimos en una existencia  predecible y “segura”.
Y ahí estaba yo enfrente al héroe del barrio en un terreno que habíamos limpiado en el verano y que ahora usábamos como cancha de fútbol. Recuerdo que todos alentaban a la pelea como si fuera un circo romano, como en las películas de Macistes, esas que pasaban los sábados en la tele. Obviamente yo no era un gladiador: venía de hacer las compras y había dejado mi bicicleta y la bolsa con los mandados detrás de mi.
Gritaban, no se que, pero gritaban. Entonces el héroe se envalentonó aún mas y me invitó a levantar mi guardia
Me puse en posición. Traté de imitar a los boxeadores que había visto en la tele, levanté un puño. Y cuando estaba levantando el otro, de repente, todo se hizo negro.
Lo siguiente que vi fueron los pedales de mi bicicleta. Ahí había ido a dar con mi cara.
Entre el zumbido de mis oídos, podía otra vez oir a todos gritar.
Me levanté como pude, y manoteé la bolsa de los mandados que chorreaba la leche. Al parecer con la caída había roto una de aquellas botellas color caramelo.
Me subí a la bicicleta e intente pedalear. No pude. Me bajé, la tomé por el manubrio y sin mirar atrás me alejé. De repente todo se hizo silencio y solo escuchaba al héroe que me gritaba algo. Algo que en mi aturdimiento, no llegaba a entender
Había sido la primera vez que alguien lo había enfrentado.
Nadie jamás me volvió a buscar pelea en el barrio, sin embargo desde ese día todos quisieron enfrentar al grandulón.
El tipo se había metido en problemas.
Unos meses más tarde su madre murió de repente y sentí un incómodo pudor mezclado con algo de culpa.
Hoy entiendo que los dioses me habían utilizado.
El héroe sin embargo, se levantó y años más tarde escribió uno de los éxitos más grandes de la televisión argentina. Y además se casó con una bonita e inteligente actriz.
Lo que aún no puedo recordar es porque debíamos tomarnos a golpes aquella fría tarde de otoño en la canchita del barrio Parque.






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